- ½ hogaza de pan del día
anterior
- 125 ml. vino blanco
- 125 ml. vino dulce o moscatel
- 3 huevos batidos
- Cáscara de naranja y limón
- Cáscara de naranja y limón
*Para el rebozado:
- 1 vaso miel de caña
- Un chorrito de agua
Elaboración:
Comenzaremos aireando la noche anterior el pan de las torrijas.
En mi
caso, he escogido la otra mitad de hogaza de pan con la que preparamos las
torrijas de leche, aunque podéis utilizar el pan que más os guste. Cortaremos rebanadas
de un dedo y medio de grosor, y las dejamos al aire en una bandeja toda la
noche.
Al día siguiente, en un bol verteremos los dos vinos. Mezclaremos bien
y seguidamente los echaremos sobre la bandeja dónde teníamos el pan; las empaparemos
bien, dejándolas reposar hasta que hayan absorbido el vino.
En una sartén, pondremos al fuego la miel con un poquito de agua. Dejaremos
que comience a hervir a fuego suave.
Por otro lado, en una fuente grande batiremos los huevos.
En otra sartén, calentaremos abundante aceite de girasol con unas
cáscaras de limón y de naranja. Cuando el aceite esté caliente, las
apartaremos.
Pasamos las torrijas por huevo, y las freímos. Las doraremos por ambas
caras, y las retiramos sobre un plato con papel de cocina para eliminar el
exceso de aceite.
Por último, sumergiremos las torrijas en la sartén con la miel unos 5-10 segundos por cada lado. Las apartaremos en un plato, y verteremos el resto de
la miel que nos ha quedado en la sartén por encima, para que se empapen y cojan
buen sabor.
Aquí tenéis otra variedad de torrijas. Ya
solo nos quedará degustarlas.
Espero que os haya gustado.
Nota:
Podéis utilizar cualquier tipo de miel, no necesariamente de caña. He
querido darle un toque distinto, a la vez que aportarle de un color más
oscurito del habitual.
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