Los días previos a realizar una receta con bacalao
salado (no fresco), deberemos pasar varias veces el mismo por agua para
quitarle el exceso de sal que contiene.
Cuando no le quede ni resto de sal, lo troceamos en
lomos, lo depositamos con la piel hacia arriba en un recipiente grande y lo cubrimos con abundante agua
fría. Lo tapamos con papel film y lo introducimos en la nevera.
Cambiaremos el agua cada 12 horas, repitiendo la
operación unas 3 ó 4 veces; todo dependerá del grosor de nuestro bacalao.
Antes de cocinarlo, los escurrimos y los secamos con papel de
cocina.
De ésta forma tan sencilla, ya tendremos listo nuestro bacalao para hacerlo como más nos guste.
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