- 200 gr. mantequilla sin sal
- 3 yemas de huevo
- 1 cucharada vino blanco
- 2 cucharadas zumo de limón
- Sal
- Pimienta blanca
- Agua (opcional)
- Perejil picado (opcional)
Elaboración:
En
primer lugar, fundimos la mantequilla en un bol al baño María. Lo haremos sin que el agua
llegue a hervir y sin dejar de remover. Cuando veamos que van apareciendo las
impurezas de la mantequilla, las quitamos con una cuchara.
En
otro recipiente, batimos las yemas con unas varillas de mano y del mismo modo las ponemos a calentar al baño María a fuego alto hasta que doblen su volumen. Agregamos la cucharada de vino, y batimos con avidez una vez que se va calentando el
agua. Las yemas deben estar esponjosas, por lo que deberemos de montarlas bien, en torno a 5 minutos, antes de echar la
mantequilla fundida.
A continuación vamos añadiendo la mantequilla poco a poco (que vaya cayendo como un hilo) y sin dejar de remover. Le bajamos la intensidad al fuego e incluso le podemos dejar el calor residual, ya que no queremos que las yemas se nos cuajen.
Salpimentamos y añadimos el zumo de
limón. Mezclaremos por última vez hasta conformar una salsa homogénea y no muy espesa.
Consejo:
Conservar y mantener la salsa al baño María (50 º-60 º) hasta servir, ya que si no se nos cortará.
Si se nos vuelve muy espesa la salsa, le añadiremos una cucharada de agua. Si por el contrario queremos una salsa más espesa, agregaremos un poquito de mantequilla fundida.
Si se nos vuelve muy espesa la salsa, le añadiremos una cucharada de agua. Si por el contrario queremos una salsa más espesa, agregaremos un poquito de mantequilla fundida.
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